enero 24, 2017

El orgullo mexicano a prueba en una hora crucial

Resultado de imagen para naftaAdolfo Medrano

Son tiempos difíciles para nuestro querido México. Sin poder salir de la ola de narcoviolencia y los efectos de su combate en los derechos humanos, una nueva avalancha atormenta el desarrollo de sus relaciones comerciales y su soberanía frente al muro fronterizo, todo lo cual ha desatado una crisis diplomática con Estados Unidos.

Las políticas proteccionistas que el presidente estadounidense, Donald Trump ha comenzado a poner en marcha, evidencian el progresivo cierre del mercado americano para promover la inversión desde el interior de sus fronteras.

Pareciera que Trump no conoce bien la historia contemporánea y quiere revivir –a su modo– los tiempos de la segunda guerra mundial, cuando agredidos por los japoneses en Pearl Harbor en 1941, activaron toda su fuerza industrial para producir buques, submarinos, aviones, bombarderos, tanques, armamento, municiones, bombas, uniformes, zapatos, medicinas y avituallamiento con mano de obra en muchos casos femenina.

Pero olvida que Estados Unidos no hubiera podido avanzar en la reconstitución de sus fuerzas y el apertrechamiento sin los insumos ofrecidos por todos los aliados latinoamericanos que exportaron acero, tungsteno, hierro, cobre, petróleo, caucho, madera, carne, granos y textiles, entre otros, todo ello sin contar la intervención armada de México y Brasil a favor de los aliados en el conflicto.

Trump puede acelerar la recesión de la economía americana si mantiene una política de puertas cerradas. Ahora los empresarios escuchan, acatan y callan, pero cuando la realidad pase la factura, el liderazgo no encontrará eco en los decisores financieros de la vida americana por más que amenace con impuestos y aranceles por doquier.

En lo que parece el mundo al revés, el presidente comunista chino, Xi Jinping apuesta por la globalización y el libre mercado, mientras que el presidente capitalista americano, Donald Trump se convierte en un militante del proteccionismo económico, cerrando las puertas de su país al mundo.

Por lo pronto Trump ya firmó un decreto para sacar a Estados Unidos del tratado de la cuenca del Pacífico, el famoso TPP, mediante el cual once países buscan incentivar sus lazos comerciales y, ahora, viene la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, NAFTA por sus siglas en inglés.  

Proteccionismo ortodoxo que atenta contra la integración de los mercados internacionales. De acuerdo a las estadísticas, la revisión del NAFTA resultaría perjudicial para la economía mexicana, teniendo en cuenta –según varias fuentes consultadas– que 8 de cada 10 dólares son exportados a Estados Unidos.

 Pero como quien se anticipa a la jugada, el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo ha señalado que México se saldría del NAFTA si no conviene a sus intereses. Postura que dice bien de este funcionario porque reivindica la soberanía de la nación azteca y obliga a repensar en mercados y nuevos acuerdos comerciales.

Por si fuera poco, algunos ecos noticiosos advierten que Canadá se desmarca del problema y negociaría un acuerdo bilateral con Estados Unidos. “Amamos a nuestros amigos mexicanos, pero nuestros intereses nacionales están primero y la amistad viene después”, habría dicho un vocero canadiense. Ironías del destino siendo que es un país de inmigrantes.

La gota que rebosó el vaso fue la amenaza de Trump al afirmar que si México no pagaba por el muro fronterizo, era mejor cancelar el encuentro con el mandatario azteca que debía sostener en Washington D.C. Estamos frente a una crisis diplomática de pronóstico reservado, en donde se juegan grandes intereses económicos y comerciales.

Luego de un rápido análisis, el presidente de México, Enrique Peña Nieto anunció la cancelación de su viaje a Estados Unidos y corresponderá ahora a la talentosa diplomacia azteca poner a prueba su experiencia para encontrar derroteros que defiendan sus intereses soberanos y, al mismo tiempo, la búsqueda y consolidación de nuevos mercados comerciales.  

Que Peña Nieto no se intimide y recobre la credibilidad perdida. Latinoamérica y el Caribe unidos como nunca, respaldan la soberanía nacional mexicana y lo que ello representa para todos nosotros.

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