julio 18, 2016

Cemento vs libro, dilema de la gestión educativa

Adolfo Medrano

En el Perú la educación asume prioridades antojadizas. Se enfatiza la infraestructura antes que los aprendizajes, lo que parece un dilema cemento versus libro. ¿Será porque el ministro del sector (que repite plato) es economista y no educador? 

En materia educativa no se trata de exhibir cifras que confunden a los cándidos. Que los colegios públicos necesitan reacondicionamiento y mantenimiento, es una verdad irrefutable. Sin embargo, sería importante saber cuáles son los criterios de selección pues algunas veces los medios de comunicación muestran instalaciones educativas estatales con carencias mayúsculas.

Por otro lado, los maestros trabajan atados de manos porque el Plan de Estudios de la Educación Básica Regular no les permite desarrollar todas las materias de manera adecuada, lo cual deja grandes vacíos de aprendizaje en los alumnos.

El currículo nacional se ha diseñado en bloques esquemáticos que no cuben en forma apropiada todas las áreas del conocimiento. En la secundaria aparecen “Comunicación”, “Inglés”, “Arte y cultura”, “Desarrollo personal, ciudadanía y cívica”, “Ciencias Sociales”, “Educación religiosa”, “Educación física”, “Ciencia y tecnología”, “Educación para el trabajo”, “Matemática” y “Castellano como segunda lengua” (en escuelas bilingües).

¿Por qué es tan difícil entender que estos bloques no garantizan las competencias y capacidades deseadas? Los que defienden este sistema alegan que se cubren todos los contenidos, pero el problema radica en que ello no garantiza un aprendizaje sólido.

Algunos estudiantes consultados aseguran que no les enseñaron integralmente los temas establecidos en el currículo. Ello evidencia la encrucijada en que se encuentran los profesores por tener que asumir a la carrera la programación impuesta.

Cuando se llega al nivel universitario es triste comprobar que un número importante de alumnos no conoce la historia del Perú y el mundo, tampoco los principios básicos de la Filosofía y Lógica, ni qué decir de geometría y trigonometría.

Si a eso se suma que las calificaciones cambiaron del sistema numérico al alfabético, es fácil advertir que el ministro del sector busca el aplauso mediático y la complacencia del padre de familia. Reemplazar las notas de 0 a 20 por AD (logro destacado), A (logro esperado), B (en proceso) y C (en inicio) tampoco garantiza gran cosa.

Nada más remitámonos a los resultados de la Prueba Pisa 2012 que se aplicó a estudiantes de 15 años, donde el Perú quedó último en la región al registrar un rendimiento deficiente en matemáticas, comprensión lectora y ciencias. La brecha se incrementa de acuerdo al nivel socioeconómico de los alumnos. Dicen que mal no es estar peor, pero eso parece el consuelo de perdedores.

En política educativa las cifras del presupuesto (incrementado) generan un espejismo sobre la realidad y será difícil alcanzar las metas propuestas si no se empieza por una reforma integral del currículo.

La opinión pública está de acuerdo con la evaluación a los maestros, la mejora de la infraestructura física y el equipamiento, pero sobre todo y antes que nada, hay que empezar por cambiar la manera de concebir la educación.


Ojalá y el repitente ministro sí la vea en este quinquenio pues, de lo contrario, quedará demostrado que todo no pasa por una exposición de cifras macroeconómicas cuando la realidad puntual pide reforma a gritos. Zapatero a sus zapatos, señores. 

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