junio 21, 2012

El profesor Jirafales, la acreditación y certificación de la calidad educativa

Adolfo Medrano

Quizá algunos recordemos al abnegado profesor Jirafales, dictando clases en la escuela pública con la paciencia propia de un santo y a veces conteniendo la exacerbación ante las ocurrencias de sus singulares alumnos. En realidad, a su manera, él hacia un esfuerzo notable por brindar una educación de calidad al Chavo, Kiko, Ñoño, La Chilindrina y demás personajes.



Nos referimos, claro está, a la serie televisiva sobre un grupo de gente de una vecindad de la Ciudad de México, cuyos hijos iban a la escuela para superarse. La producción del Chavo del 8 no sólo se abocaba al salón de clases sino al conjunto de situaciones de la cotidianidad.

Ese popular programa reflejaba de una manera sutil cómo es que la educación no empieza en las escuelas, sino en las casas, pues parte de las rabietas del profesor Jirafales se debían a los usos, costumbres y dichos de los personajes en el salón de clases. Y lo que este docente intentaba ofrecer, era una educación de calidad para abrir el camino del éxito a esos futuros ciudadanos.

Pero vayamos por partes. Cuando hablamos de calidad de la educación nos referimos a un proceso que busca mejorar los estándares de la educación básica, técnica y superior, a través de la acreditación de las instituciones y la certificación de los profesionales.

Existe en el Perú desde el 2006 cuando se promulgó la Ley Nro. 28740 -Ley del Sistema Nacional de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa (SINEACE), pero es un tema extraño para la población en general.

A mediados del 2011, representantes del anterior gobierno anunciaron que en un futuro próximo los títulos universitarios se darían sólo a nombre de la nación, siempre y cuando las instituciones de educación superior acrediten estándares de educación altos, mientras las que no puedan demostrarlo, sólo darían títulos a nombre de su institución. Cuando este proceso se formalice, marcará un antes y un después en el proceso de profesionalización.

También se dijo que los futuros profesionistas sólo podrán mantener activas sus licenciaturas en tanto certifiquen sus competencias profesionales cada cinco años. Según el Reglamento de la Ley 28740, este proceso es obligatorio para los profesionales de salud y educación.

De esta manera los Médicos cirujanos, Cirujanos dentistas, Químicos farmacéuticos, Obstetrices, Enfermeros, Médicos veterinarios, Biólogos, Psicólogos, Nutricionistas, Ingenieros sanitarios, Asistentes sociales, Tecnólogos médicos, Químicos, Educadores y Profesores están obligados a certificar sus competencias profesionales. Al parecer también lo será para los profesionales de Derecho.

Hace poco pregunté a un grupo de mis alumnos de una universidad privada si conocían el tema y ninguno sabía a ciencia cierta de qué se trata este asunto de la acreditación y certificación de la calidad de la educación.

Pues bien, hemos entrado de lleno al proceso de globalización de la educación, lo que obligará a las instituciones educativas a elevar y sostener sus niveles de formación académica y a los colegios profesionales a certificar las competencias de los miembros de sus órdenes. Esto permitirá que en un futuro cercano, las instituciones educativas peruanas puedan ser referentes en el mundo porque sus estudiantes y profesionales tienen niveles altos de calificación profesional.

Nos referimos a un proceso que involucra a todo el sistema educativo, desde el nivel de la educación básica regular y educación técnica productiva, pasando por la educación técnica-superior y el nivel superior universitario, aspirando a que los logros del aprendizaje alcancen niveles óptimos de calidad.

Este ambicioso plan comienza porque las instituciones educativas se autoevalúen en forma crítica para determinar si están a la altura de las circunstancias para alcanzar la acreditación.

Hablar de autoevaluación en el Perú es todo un reto que implica regresar a un país que cree de nuevo en el valor de la palabra y no se vende simulacros, para citar a Benedetti. De allí la importancia que las instituciones se tomen en serio las reglas para que el proceso sea transparente y confiable.

Según declaraciones de uno de los directivos del CONEAU, Dr. Fernando Delgado, la acreditación y la certificación es opcional en otras carreras y profesionales no incluidas en la norma. “Sin embargo, dijo, cada universidad tiene que evaluar la pertinencia o no de someterse a la acreditación, si pretende conservar y mejorar su prestigio académico”.

En la actualidad existen alrededor de 15 facultades de diversas universidades nacionales y privadas que cuentan con una acreditación de altos estándares de calidad.

Se ha informado que los profesionales que cuenten con Colegio Profesional sólo pueden ser certificados profesionalmente por estos, siempre que hayan sido autorizados y se cumpla con los requisitos indicados en el presente reglamento para entidades certificadoras. CONEAU supervisa la legitimidad política y técnica del proceso, indica la norma.

A nivel del Instituto Peruano de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad de la Educación Básica (IPEBA), el proceso es igualmente trascendental porque debe orientar a las Instituciones Educativas de la Educación Básica Regular y Técnica Productiva a que sus procesos se enmarquen dentro de decisiones para mejorar los estándares de calidad.

A la fecha el IPEBA ha autorizado a 10 entidades a certificar las competencias laborales de personas que tienen ocupaciones técnico-productivas específicas. En esa línea ha aprobado 75 normas de competencia para el sector agropecuario, lo que ha permitido que más de 250 ciudadanos tengan una certificación de competencias en funciones de extensionistas rurales y productores de plantones de café y especies asociadas, según información de la propia institución.

Nos referimos, sin duda, a un proceso en plena construcción que discurre discreto pero a paso firme. Entendemos que algunos organismos prestadores privados de salud, tales como Oncosalud, han certificado a su cuerpo de Licenciadas en Enfermería con el concurso y evaluación del Colegio profesional respectivo, lo que dice bien de una organización que a través de la Coordinación Académica de su Dirección Científica y Académica, busca brindar calidad en la atención a sus pacientes.

Para regresar a la metáfora con que iniciamos este artículo, es seguro que el profesor Jirafales se sentiría muy orgulloso y proactivo de saber que los procesos de la calidad de la educación acreditan a las instituciones y certifican a los profesionistas. Y no me cabe la menor duda que se habría involucrado en acreditar a su propia escuela y tendría, en la pared de su salón de clases, el diploma que lo certifica como un maestro actualizado en sus competencias profesionales.

Porque a 40 años de haber dictado clases en esa humilde escuela pública de Ciudad de México, es seguro que aquellos niños estudiantes son ahora –en el imaginario de la buena fe-, unos profesionistas con altos valores morales y competencias profesionales certificadas que dan lo mejor de sí a favor de la sociedad.

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