diciembre 02, 2008


Abogamos por algo que no bebemos

Basta de chauvinismos baratos por el pisco

Los peruanos pecan de ridículos cuando hablan de pisco porque abogan por algo que no beben. Seamos realistas y asumamos las consecuencias. ¿En qué casa se ofrece pisco? ¿En qué discoteca se piden tragos con esa bebida?

Presumimos de nacionalistas, pero no sabemos defender lo nuestro. Buscamos tragos azucarados y del pisco lo único que nos llama la atención es el “sour”, ese invento creado a finales del siglo XIX por un viajero ingles en el hotel Mauri.

Pero de allí a que se tome pisco en una casa, en una fiesta o incluso entre amigos, eso ni hablar. No tenemos cultura de aguardientes, a no ser que estemos sin dinero y la pobreza nos arrime a empujarnos un sacarronchas sin marca ni estilo. Los cultores de esa bebida son una raza en extinción.

Al revés, queremos ser cosmopolitas: nos gusta el whisky, el ron caribeño, las cervezas lager, pero no sabemos usar vasos apropiados, ni tragos de receta. Se nos salen las plumas sin la más mínima vergüenza.

Lejos de molestarnos porque los chilenos comercialicen su aguardiente como bebida de bandera, deberíamos estar en paz. Parecemos al perro del hortelano que no come ni deja comer. ¡De qué nos quejamos si no lo tomamos! En su caso, el pisco no es peruano, ni chileno: es históricamente italiano desde hace 400 años y se vende con el nombre de grapa. Los argentinos lo beben y producen. Los bolivianos también tienen su propia bebida llamada singani, con un bouquet muy particular.

Vivimos confundidos cuando se trata de hablar de licores. Por ejemplo, creemos que un vino “borgoña” debe ser dulce, cuando la característica principal de esa cepa es su astringencia al paladar, la personalidad fuerte y jamás melosa.

Al parecer, debido al complejo europeo de beber brandy, vermouth o cognac por aquello de ser “finos”, se pervirtió la producción vitivinícola desde finales del siglo XIX. A falta de esos productos, se optó por endulzar los vinos y nos malcriamos.

Es muy triste encontrar en los supermercados la oferta de muchísimos vinos azucarados bajo la denominación “demi sec” o “borgoña” como las estrellas del anaquel. ¡Qué horror!

En un mundo globalizado, las etiquetas y las banderas pasan a segundo plano. Lo importante es competir por calidad, por precios, por posicionamiento de mercado. Lo demás es pretender resucitar a un muerto sin auxilio bíblico. Amén.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola:
Aunque no te identificas, sospecho quien eres. Salud...os
Sara