Adolfo Medrano
¡Vaya, qué situación! Frente a los problemas climatológicos
en Perú, no sólo por quienes lo perdieron todo debido al desborde de los ríos en
once regiones sino también por la escasez de agua potable en Lima, se suma la actuación
de algunos canales de televisión que han montado un circo mediático en torno a los damnificados.
Con la excusa de brindar ayuda y ser
solidarios hemos visto pasar por los sets de televisión a las personas de siempre,
es decir a los más pobres que son entrevistados con un guion lastimero, para
que las pautas de producción logren su cometido: aumentar la audiencia y por
tanto asegurar a los auspiciadores.
Es cierto que en una emergencia como la que vive el Perú, la
prensa está en la obligación de informar todo el tiempo, pero, ¿no habría forma
de hacerlo sin sobredramatizar? Pareciera que el sensacionalismo se nutre de la
desgracia humana y esto es algo que los medios deberían corregir por sí mismos.
Hacer una autocrítica sincera es algo que iría en concordancia con la ética
periodística.
En términos mediáticos esta crisis ambiental nos ofrece
algunas lecciones. Por ejemplo, que el denominado periodismo ciudadano ha
superado la eficiencia de los medios de comunicación tradicionales.
Los videos de sobrevivientes y rescates no siempre han sido capturados
por camarógrafos mediáticos sino por gente de a pie que, con su teléfono
inteligente, ha tomado escenas y las ha subido a sus redes sociales. Luego, al
“viralizarse”, éstas han trascendido hacia la prensa. Esto demuestra que la
tecnología puesta en manos de las personas da sus propios frutos.
Otra lección importante es la participación desinteresada de
algunas figuras públicas que como el artista Gianmarco anuncia la producción
musical de un disco cuyas ventas se destinarán de manera íntegra a un proyecto
de reconstrucción. ¿Dónde quedaron los famosos cocineros cuyos negocios les dan
tantas utilidades? Es una pregunta recurrente. Si ayudan deben hacerlo saber porque son referentes en la
opinión pública.
Los que perdieron todo, es decir a familiares, propiedades
inmuebles y muebles arrasados por los desbordes, tienen prioridad. Pero la
carencia de agua en Lima no debe ser vista como un mal menor pues origina
problemas de salud. La especulación de los precios en torno a este tema deja
mucho que desear.
La teoría respecto a las medidas del Consenso de Washington
indica que ante un fallo del mercado, tal como ocurre ahora, el Estado debe
tomar medidas extraordinarias. Y eso tiene un nombre propio: regular. No
debería ser motivo de alarma pues es momentáneo.
¿Cómo es posible que en algunos grandes supermercados y tiendas de barrio, se venda el agua embotellada y productos
de primera necesidad a precios exorbitantes? ¿Por qué se permite que la gente se siga sobrestockeando sin
limitar las ventas mientras estamos en crisis? ¿Qué hacen las autoridades
municipales frente al acaparamiento y la venta informal en las calles?
Quizá cuando esta crisis acabe será necesario hacer un
balance desapasionado y pedir que los principales funcionarios públicos
involucrados pongan sus cargos a disposición.
Los desbordes de ríos han cobrado hasta el 20 de marzo, la
suma de 75 muertos, 263 heridos, 20 desaparecidos y 99,475 damnificados, de
acuerdo al Centro de Operaciones de Emergencia Nacional (COEN) y nuevos
reportes anuncian que habrá más lluvias a causa del llamado Fenómeno del Niño
Costero.
Vistas así las cosas, la población debe seguir tomando
precauciones. El Perú ya pasó por otro Fenómeno del Niño en la década de 1980 y
pudo salir airoso de los problemas, pese al terrorismo de la época.
Es hora de poner el hombro, tener paciencia y no caer en el
juego del sensacionalismo mediático porque aquí el que se desespera, pierde.
2 comentarios:
Muy cierto amigo, lamentable situación.
Sí pues. Gracias Chololo, por tu tiempo de leer el artículo.
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