Adolfo Medrano
Si bien todavía no hay consenso entre los fujimoristas, ya
es un hecho positivo que después de 23 años de unicameralismo, en cuyo
escenario el Perú no pudo alcanzar grandes consensos y sí copiosos pleitos, Luz
Salgado, una de las voceras más reconocidas de ese colectivo político, haya
admitido al fin la necesidad de contar con un Senado que aporte a la reforma
electoral.
Tras el autogolpe de Estado del 5 de abril de 1992, el país
transformó su estructura jurídica y reivindicó las medidas del Consenso de
Washington a través de una nueva Constitución que cercenó el bicameralismo.
De esta manera Fujimori pudo hacer y deshacer a su antojo
bajo el argumento que dos cámaras legislativas resultaban obstruccionistas. Argumento
que jamás reflejó su verdadero aporte: que las leyes se discutan de manera
apropiada en una primera cámara y que la segunda cámara, en calidad de
revisora, aporte el equilibrio y la razón.
Los fujimoristas fieles al estilo de su líder máximo
denostaron todo lo que pudieron contra el bicameralismo y se mantuvieron firmes
en no dejar pasar cualquier iniciativa que pudiera reformar la Constitución con
dicho fin.
Sin embargo, contra todo pronóstico, la actual presidenta
del Congreso unicameral, Luz Salgado, admitió en una entrevista radial la necesidad
de contar con un Senado “pequeño”, permitiendo con ello una apertura política
inesperada.
Con prudencia el portavoz fujimorista en el Congreso, Luis
Galarreta ha señalado que la propuesta es “válida e interesante” aunque auguró
que algunos de sus colegas de bancada podrán “coincidir o discrepar”.
"Es importante empezar esta discusión de un pequeño Senado
para una próxima reforma electoral, que es una de las tareas pendientes que
tenemos”, anticipó la legisladora de manera textual y esto obligará a que los
fujimoristas enfrenten la situación sin demagogia.
En realidad, el Senado de la República siempre fue pequeño respecto
de la antigua Cámara de Diputados y tuvo un rol importantísimo en la vida
política del país. No se puede pasar por alto que mentes lúcidas de todas las
bancadas políticas fueron miembros de ese cuerpo legislativo, cuyo espacio físico se ha
convertido ahora en una suerte de auditorio multipropósito.
Senadores fueron, por ejemplo, los apristas Luis Alberto
Sánchez, Carlos Manuel Cox, Luis Heysen Incháustegui, Armando Villanueva del
Campo, los pepecistas Mario Polar Ugarteche, Jorge Lozada Stambury, Felipe
Osterling Parodi, los acciopopulistas Manuel Ulloa Elías, Javier Alva
Orlandini, Andrés Cardó Franco, los comunistas Jorge del Prado, Carlos Malpica
y Edmundo Murrugarra Florian, entre otros.
Personalidades preparadas, cultas y con un inmenso amor por
el Perú que reivindicaron la definición de la política, entendida como la
actividad encargada de regir los asuntos públicos.
De acuerdo al artículo 206 de la carta magna de 1993, toda
reforma constitucional debe ser aprobada por el Congreso con mayoría absoluta
del número legal de sus miembros, y ratificada mediante referéndum. Puede
omitirse el referéndum cuando el acuerdo del Congreso se obtiene en dos
legislaturas ordinarias sucesivas con una votación favorable, en cada caso,
superior a los dos tercios del número legal de congresistas.
Esto quiere decir que si los fujimoristas se ponen de
acuerdo y a ellos se suman las otras fuerzas políticas que apoyan la medida,
para el bicentenario de nuestra independencia o antes, volveremos a ser un país
bicameral, de acuerdo a la tradición legislativa de las democracias
representativas de la mayoría de países.
"Yo veo con simpatía un pequeño Senado, no un gran Senado,
porque a la población tampoco le gusta que tú dupliques el número de
parlamentarios. Pero sí este de carácter mucho más sénior (superior), para que
se puedan enfocar las tareas a otro nivel", anticipó la legisladora.
Independiente de las discrepancias que caracterizan a los
grupos políticos, el bicameralismo era un reclamo general. Que regresen con
nombre propio la otrora Cámara de Diputados y el Senado de la República. Quizá
así tengamos mejores leyes.
La pelota está en la cancha de los legisladores y es hora
que los operadores políticos la empiecen a mover en beneficio del Perú.
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