En el Perú la educación asume prioridades antojadizas. Se
enfatiza la infraestructura antes que los aprendizajes, lo que parece un dilema
cemento versus libro. ¿Será porque el ministro del sector (que repite plato) es
economista y no educador?
Por otro lado, los maestros trabajan atados de manos porque
el Plan de Estudios de la Educación Básica Regular no les permite desarrollar
todas las materias de manera adecuada, lo cual deja grandes vacíos de
aprendizaje en los alumnos.
El currículo nacional se ha diseñado en bloques esquemáticos
que no cuben en forma apropiada todas las áreas del conocimiento. En la
secundaria aparecen “Comunicación”, “Inglés”, “Arte y cultura”, “Desarrollo
personal, ciudadanía y cívica”, “Ciencias Sociales”, “Educación religiosa”,
“Educación física”, “Ciencia y tecnología”, “Educación para el trabajo”,
“Matemática” y “Castellano como segunda lengua” (en escuelas bilingües).
¿Por qué es tan difícil entender que estos bloques no
garantizan las competencias y capacidades deseadas? Los que defienden este
sistema alegan que se cubren todos los contenidos, pero el problema radica en
que ello no garantiza un aprendizaje sólido.
Algunos estudiantes consultados aseguran que no les
enseñaron integralmente los temas establecidos en el currículo. Ello evidencia
la encrucijada en que se encuentran los profesores por tener que asumir a la
carrera la programación impuesta.
Cuando se llega al nivel universitario es triste comprobar
que un número importante de alumnos no conoce la historia del Perú y el mundo,
tampoco los principios básicos de la Filosofía y Lógica, ni qué decir de
geometría y trigonometría.
Si a eso se suma que las calificaciones cambiaron del
sistema numérico al alfabético, es fácil advertir que el ministro del sector
busca el aplauso mediático y la complacencia del padre de familia. Reemplazar
las notas de 0 a 20 por AD (logro destacado), A (logro esperado), B (en
proceso) y C (en inicio) tampoco garantiza gran cosa.
Nada más remitámonos a los resultados de la Prueba Pisa 2012
que se aplicó a estudiantes de 15 años, donde el Perú quedó último en la región
al registrar un rendimiento deficiente en matemáticas, comprensión lectora y
ciencias. La brecha se incrementa de acuerdo al nivel socioeconómico de los
alumnos. Dicen que mal no es estar peor, pero eso parece el consuelo de
perdedores.
En política educativa las cifras del presupuesto
(incrementado) generan un espejismo sobre la realidad y será difícil alcanzar
las metas propuestas si no se empieza por una reforma integral del currículo.
La opinión pública está de acuerdo con la evaluación a los
maestros, la mejora de la infraestructura física y el equipamiento, pero sobre
todo y antes que nada, hay que empezar por cambiar la manera de concebir la
educación.
Ojalá y el repitente ministro sí la vea en este quinquenio
pues, de lo contrario, quedará demostrado que todo no pasa por una exposición
de cifras macroeconómicas cuando la realidad puntual pide reforma a gritos.
Zapatero a sus zapatos, señores.
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