Adolfo Medrano
Dicen que taxistas y boleros son los mejores analistas
políticos y en ese supuesto pregunté a un sinnúmero de ellos en CDMX su
pronóstico para las elecciones del primero de julio: la mayoría coincidió en
que José Antonio Meade podría ser el nuevo presidente de México.
– “Pero todas las encuestas dicen que el Peje va a ganar”-
repreguntaba yo en alusión al opositor Andrés Manuel López Obrador y ellos argumentaron
en función de tres supuestos: que las elecciones están arregladas para que el
PRI siga en el poder, que de momento el descontento hace que la gente se
manifieste de manera reactiva o que es muy característico que los electores
oculten su apoyo hacia el candidato oficialista.
Este sondeo al azar entre algunos taxistas y boleros –un
poco al estilo de las encuestas web– fue realizado la segunda quincena de enero
en zonas tan diversas como el Centro Histórico, la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional
Benito Juárez, la Zona Rosa, además de las colonias Narvarte, Asturias,
Doctores y Villa Gustavo A. Madero, entre otras.
En cuanto al primer supuesto, es importante conceder crédito
al Instituto Nacional Electoral (INE) en referencia a la transparencia del
proceso y el acatamiento de la voluntad popular. Las sombras de un pasado en que
se denunciaron arreglos en el cómputo de los votos deberían quedar descartados.
Los protocolos no permiten que manos interesadas empañen las elecciones.
Tampoco se pueden hacer oídos al discurso goebbeleano
(“miente, miente que algo queda”) para dejar sembrada la duda por el no
reconocimiento de los resultados. Las elecciones se ganan o se pierden por un
voto de diferencia y esto se debe respetar.
En lo que atañe al segundo supuesto, es cierto que México se
ha empobrecido los últimos diez años. El peso está devaluado y cualquier
turista saca buen provecho del tipo de cambio. Y esa factura se la cobran de
forma directa al PRI. De ahí que lo reactivo tenga que ver con el descontento
ciudadano cuando ve que el dinero no alcanza, en tanto los productos de primera
necesidad van al alza.
Un ejemplo sensible en la economía doméstica es el incremento
del precio de la tortilla. Según diversas fuentes, su valor se ha duplicado –si
es que no más– en los últimos 10 años. Otro caso es la liberalización del
valor de los combustibles y el diésel.
Desde el sexenio de Vicente Fox, pasando por Felipe Calderón
y ahora con Enrique Peña Nieto, México se ha tenido que adaptar de manera
progresiva a los usos y costumbres del neoliberalismo, lo que implica que la
economía y el trabajo se determinen en el mercado, bajo la balanza de la oferta
y la demanda, situación que disgusta a la población.
En lo que toca al tercer supuesto, se estima que más vale
malo conocido que bueno por conocer, lo cual infiere que a pesar del disgusto,
las protestas y reclamos por una economía que incrementa los precios de la
canasta familiar y la inseguridad pública, es mejor apostar por el partido
–alianza en este caso– que tiene más experiencia en el gobierno.
Pero, ¿por qué la gente no expresa en público sus
preferencias? Según taxistas y boleros, por pena ajena. Nadie quiere ser objeto
de ataques o memes.
Ello explicaría por qué el “Peje” López Obrador sigue de
momento puntero en las encuestas por encima de José Antonio Meade y Ricardo
Anaya. El discurso populista y de confrontación le ayuda a ganar adeptos. Él se
expresa en lenguaje coloquial –ahora sí, hasta cotorrea– sin mayor elaboración de
ideas y llega con facilidad a la gente.
Dicen los críticos que Meade podría levantar cabeza si se desliga
del discurso oficial y del presidente Peña Nieto, sin embargo esto podría
alejarle también de la maquinaria partidista que mueve sindicatos y bases
priistas en todo el país. Es un ajedrez complicado. Lo que sí resulta urgente
es que abandone su postura de tecnócrata y le entre parejo a los albures, única
manera de estar a tono con la raza.
Cuando caliente la campaña y llegue la hora de las casillas,
veremos si los boleros y taxistas interpretan de manera adecuada la realidad. Entre
tanto, no por mucho madrugar amanece más temprano.
2 comentarios:
Es real lo que se dice, el sentir es de desperacion y desperanza la ley que no nos permite crear un estado de derecho por que nuestros legisladores ni conocimientos jurídicos reales posen y la corrupción de escalada con dobles tributación es por ejemplo los parquímetros por doquier con reglas leonas legislaciones corruptas y predilección por minorías y descuido de las mayorías eso es lo que estamos viviendo un no estado de nula Lex praxis
Interesante percepción que refleja la frustración ciudadana.
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