agosto 22, 2017

El conductismo en una camiseta


Adolfo Medrano 

Firmar un compromiso a cambio de participar en el sorteo de una camiseta, es una nueva prueba de que el gobierno peruano anda sin brújula para resolver los problemas del país y en particular aquellos relacionados con la informalidad y una mejor actitud cívica de la población.

Lo que debió ser una verdadera estrategia de comunicación para el desarrollo podría dormir el sueño de los justos antes de iniciar. Nos referimos a la campaña “Peruanos camiseta” que promueve el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur) en alianza con Radio Programas del Perú (RPP).

No dudamos que la intención sea buena, pero su ejecución denota el poco conocimiento de una escuela de la comunicación social, cual es la comunicación para el desarrollo, cuya objetivo busca fortalecer valores, actitudes y capacidades, coadyuvando a una mejora de la calidad de vida.

“Yo, me comprometo a ser un mejor peruano, a ponerme la camiseta en todo momento y contagiárselo a los demás. Porque quiero un mejor país, uno en donde todos vivamos tranquilos y felices, en donde todos seamos amables, honestos, orientemos a los turistas que nos visitan y cuidemos nuestro patrimonio en todo momento. Porque yo también quiero ser el nuevo orgullo del Perú”, reza el eslogan de la campaña.

El primer error es echar mano de un esquema de conductismo clásico, mediante el cual se busca un reflejo condicionado, al estilo de Iván Pavlov y la “secreción psíquica”, intentando que las personas se conviertan en guardianes de un orden y unos principios que muchos no van a asumir con facilidad. 

Si vivimos en una espiral de informalidad –que se sustenta en los temores de la incertidumbre económica y laboral– es complicado que el cambio se produzca con tanta facilidad.

Se busca el impacto, mas no la generación de conciencia. Olvidamos que los seres humanos somos subjetivos por antonomasia y que los gustos, preferencias y comportamientos revelan diferencias, así como la herencia de una cultura del hogar que delinea fortalezas y debilidades cívicas muy marcadas.

Creer que la transformación puede darse a partir de un estímulo condicionado por el sorteo de una camiseta para producir un impacto multiplicador, es pecar de una ingenuidad del tamaño del universo.

En esta acción que emprende el Mincetur pareciera haber algunos supuestos sin base. Verbigracia, la alianza con RPP. Dicha emisora es el canal de comunicación de los decisores políticos y no precisamente de los grandes sectores de la población que prefieren las redes sociales o la televisión frívola. Ergo, trabajar con un medio noticioso no garantiza que la campaña logre cambios de actitud en la gente solo por escuchar cuñas radiales o mensajes esporádicos de sus locutores.

Al revisar la información que aparece en el portal que promociona esta iniciativa todo se sustenta en videos que invitan a una mejor actitud cívica o la exposición de recursos que configuran nuestra riqueza natural y cultural, repitiendo el viejo discurso del ombligo, sin ofrecer un valor agregado a lo que se dice siempre.   

Por supuesto algo debía hacerse y la iniciativa del Estado en alianza con un medio de comunicación es positiva si lo que se busca es generar conciencia de los valores cívicos a favor de la honestidad, solidaridad, de nuestro orgullo nacional y la construcción de una mejor actitud social que –felizmente- algunas minorías responsables enarbolan todavía.

Yo me pregunto qué pasará por la cabeza de aquellos peruanos informales si llegaran a ver o escuchar esta campaña. Nos referimos a aquellos que botan basura en la vía pública desde los vehículos motorizados, los que sacan provecho de un turista desorientado, los taxistas que denigran el oficio cuando agreden a los pasajeros, los cobradores de microbuses que hacen de las suyas con las tarifas del pasaje, aquellos que creen que el corrupto es el funcionario público cuando son ellos quienes promueven el ilícito ofreciendo dinero, los que quieren trabajar sin capacitarse, los ladronzuelos que asaltan en los cruces peatonales ¿cambiarán su actitud? Se ve utópico.

Por eso sería importante replantear la campaña en un plan piloto que permita una percepción situacional a partir de un público focalizado que determine un problema, arroje objetivos claros y genere alianzas estratégicas adecuadas.

En las estrategias de comunicación para el desarrollo los cambios operan en el mediano y largo plazo pues son el resultado de un trabajo de campo en donde se configuran actividades con base en el aprendizaje, la gestión y el monitoreo.

Ningún plan va a tener efecto si no se asume como un gran acuerdo del Estado y la sociedad civil. Hay tanta corrosión de la informalidad sobre la vida cívica del país que la tarea pasa por reedificar las bases de la república casi desde cero, lo que incluye incorporar el bachillerato antes de los estudios superiores.

Mientras no se entienda así, todo esfuerzo será un placebo. 

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