Adolfo Medrano
Un tiempo de expectativa vive el Perú tras la renuncia a la
presidencia de Pedro Pablo Kuczynski y su reemplazo por el primer
vicepresidente Martín Vizcarra Cornejo, quien intenta capitalizar el favor popular con
una serie de visitas inopinadas a instituciones y lugares cuyos temas requieren
de atención urgente.
Pero contra lo que refiere a una gestión de absoluta
transparencia, el presidente Vizcarra tomó juramento de manera reservada al
nuevo ministro de Transportes y Comunicaciones, Edmer Trujillo, no obstante reiterar
que daría a conocer su gabinete en 10 días hábiles. Curioso pues hasta ese
momento no se conocía al nuevo presidente del Consejo de Ministros.
Se podría inferir que el apuro obedeció a la necesidad de
desligarse de cualquier indicio de corrupción, teniendo en cuenta la
investigación fiscal que incluye al saliente ministro Bruno Giuffra en torno a
las grabaciones sobre las presuntas negociaciones que evitarían la vacancia de
PPK.
Llama la atención que la resolución suprema que acepta su
renuncia no le diera las gracias por los servicios prestados.
El presidente Vizcarra sabe que tiene el reloj en contra y
ofrece señales de sus preocupaciones a la opinión pública con sus primeras visitas
inopinadas al Hospital del Niño, al colegio emblemático Melitón Carvajal y a
Piura que sigue afectada por el fenómeno del Niño.
Resolver todos los temas es un reto que quizá no logre en
los tres años y tres meses de gestión, sin embargo podría sentar las bases de un
trabajo a futuro.
El Estado peruano requiere la aprobación de reformas estructurales para lo cual se necesitan consensos. También el impulso de las
inversiones en infraestructura económica y social, el aprendizaje de una industrialización de alto calibre que transforme las materias primas minerales
y el acceso a nuevos mercados.
Todo ello sin mencionar el combate a la delincuencia urbana,
la informalidad y la generación de una conciencia ciudadana que construya
patria, empezando por cuestionar el fervor solo cuando se piensa en fútbol.
Quizá en la presentación del nuevo gabinete ante el Congreso
se revelen las líneas de un plan de desarrollo realista para resolver los temas
prioritarios.
El equilibrio de fuerzas políticas sigue siendo desfavorable
para el Ejecutivo, aunque todo hace prever que habrá tregua de un año para
que se puedan implementar las acciones. El asunto pasa por la mira del año
2021, de mediana cercanía, en donde la ambición por el poder volverá a
polarizar posiciones y preferencias.
En lo que refiere a los antecedentes del presidente Vizcarra
en su lucha política, se cuenta el llamado “moqueguazo” del año 2008 que
impulsó las protestas y la toma de la carretera Panamericana Sur para que su
región recibiera el mismo tratamiento del canon minero que Southern Perú daba a
Tacna, objetivo que se cumplió y lo catapultó como líder regional.
Ya en su condición de gobernador de Moquegua (2011-2014) promovió
la calidad de la educación básica. Durante tres años consecutivos los colegios de
dicha región ocuparon el primer lugar de la Evaluación Censal de Estudiantes
que realiza el sector Educación.
Todo hace suponer que las decisiones que promovió en ese
campo se deben al consejo de una educadora de carrera que lo acompaña desde
hace mucho en su vida personal. Nos referimos a la Primera Dama de la Nación, la
profesora Maribel Díaz Cabello de Vizcarra.
Pasada la tormenta de la era PPK y las contradicciones que
trajo a la vida política, es importante dar tiempo al presidente Martín Vizcarra para
que impulse las reformas que requiere el país y ver qué ocurre en los próximos
meses de su gestión.
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